Por Paloma Montes
Soy Paloma y soy orgullosamente maestra, si bien hace 5 años dejé de ejercer mi profesión, sigo muy pendiente de lo que fue y ha sido mi profesión
Después de 40 años me retiré, plena , satisfecha, con muchas experiencias y con muchos muchísimos recuerdos que me llevan a reflexionar al respecto.
Definitivamente me tocó otra etapa, una situación diferente a la que ahora se enfrentan las mujeres que, como algunas de mis hermanas y mis amigas (que son maestras), escucho con tristeza hablar sobre lo desvalorizadas que están hoy quienes (me consta) entregan su mayor esfuerzo, ánimo y sobretodo su cariño en cada salón, a cada uno de sus alumnos, día a día.
Tomemos en cuenta que en la escuela el niño tiene su primera experiencia social. Recibe de su maestra el trato que requiere y las necesidades que cada uno demanda, si bien en parte todos son iguales, para la maestra cada uno es único e independiente con características personales que ella bien conoce.
El reto actual para los y las maestros y maestras es grande. Desafortunadamente, algunos alumnos no cuentan con el apoyo de los padres y que por el contrario éstos les prejuzgan y descalifican frente a sus hijos, lo que es peor, restando por completo autoridad y respeto hacia la figura de la profesora o profesor. Cuando tenemos la fortuna de tener alumnos que viven en familias amorosas y armoniosas la labor del maestro es fortalecer valores de amor, respeto y consideración con sus compañeros y personal de la escuela. El mayor reto está con los niños autoritarios, inflexibles, voluntariosos. A los niños hay que enseñarles a vivir con valores como el amor, la honestidad, el respeto, la responsabilidad, el orden , educar y fomentar en ellos la buena voluntad.
Es importante apartarlos de lo que los desensibiliza, de hacerles creer que sólo el dinero es importante, es necesario que aprendan a distinguir que la violencia ni es normal ni mucho menos un juego. Parece que algunos padres han perdido la brújula, se esmeran en comprarles la ropa de marca , la tecnología de vanguardia y creen que con eso suplen el tiempo y atención que merecen sus hijos.
A los niños hay que guiarlos sin obstruir o menospreciar sus ideas, poner atención en lo que nos dicen y sobretodo creerles y darle valor a sus palabras; enseñarles a respetar y a ser considerados a través de ejemplos concretos y no con sermones, ser claros y firmes con los límites, haciéndoles ver que las acciones tienen consecuencias y que a veces pueden ser muy graves.
Siempre he tenido claro que solos no podemos , ni los maestros ni los padres. Unámonos entonces para forjar en ellos valores que los edifiquen, que sean el reflejo de una sociedad respetuosa, responsable y considerada. Eduquemos juntos para dar a nuestros niños una infancia que recuerden con amor y gratitud.

Bien dice Frederick Douglas «ES MÁS FÁCIL CONSTRUIR NIÑOS FUERTES, QUE REPARAR ADULTOS ROTOS»